¡Ven y ve cómo Cristo nos amó! Nosotros no lo pusimos en nuestro lugar; Él se puso a sí mismo. Así quitó el pecado del mundo al llevarlo sobre sí. Se sometió a la muerte, que para nosotros es la paga del pecado.
Mientras repasamos los sufrimientos del Hijo de Dios, recordemos nuestro largo catálogo de transgresiones y considerémosle sufriendo bajo el peso de nuestra culpa. Aquí se echa un fundamento firme sobre el cual haga descansar su alma el pecador tembloroso.
“¡Nadie ha creído a nuestro mensaje! ¡Nadie ha visto el poder de Dios!
El fiel servidor [Jesús] creció como raíz en tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo ni deseable.
Todos lo despreciaban y rechazaban. Fue un hombre que sufrió el dolor y experimentó mucho sufrimiento. Todos evitábamos mirarlo; lo despreciamos y no lo tuvimos en cuenta.
A pesar de todo esto, él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido y humillado.
Pero él fue herido por nuestras rebeliones, fue golpeado por nuestras maldades; él sufrió en nuestro lugar, y gracias a sus heridas recibimos la paz y fuimos nosotros sanados.
Todos andábamos perdidos, como suelen andar las ovejas. Cada uno hacía lo que bien le parecía; pero Dios hizo recaer en su fiel servidor [Jesús] el castigo que nosotros merecíamos.
Fue maltratado y humillado, pero nunca se quejó. Se quedó completamente callado, como las ovejas cuando le cortan la lana; y como cordero llevado al matadero, ni siquiera abrió su boca.
Cuando lo arrestaron, no lo trataron con justicia. Nadie lo defendió ni se preocupó por él; y al final, por culpa de nuestros pecados, le quitaron la vida.
El fiel servidor de Dios [Jesús] murió entre criminales y fue enterrado entre los malvados, aunque nunca cometió ningún crimen ni jamás engañó a nadie.
Dios quiso humillarlo y hacerlo sufrir, y el fiel servidor [Jesús] ofreció su vida como sacrificio por nosotros. Por eso, él tendrá una vida muy larga, llegará a ver a sus descendientes, y hará todo lo que Dios desea.
Después de tanto sufrimiento, comprenderá el valor de obedecer a Dios. El fiel servidor [Jesús], aunque inocente, fue considerado un criminal, pues cargó con los pecados de muchos para que ellos fueran perdonados.
Él dio su vida por los demás; por eso Dios lo premiará con poder y honor”.
Libro de Isaías capítulo 53 - Tomado de la Biblia en Lenguaje Sencillo
Nosotros somos la adquisición de su sangre, y los monumentos de su gracia; por esto Él continuamente intercede por cada ser humano sobre la faz de la tierra a fin de que le conozca y alcance salvación.
Cristo dio su vida como rescate por el hombre.
Por la fe en Jesús somos justificados, es decir, cuando de corazón creemos que su sacrificio y resurrección fue especialmente por cada uno de nosotros y le entregamos nuestra vida confiándosela a fin de recibir su perdón. Cuando esto sucede, Dios es más glorificado, su libre gracia se promueve, el yo es abatido y nuestra felicidad asegurada.
Debemos conocerle y creer en quien por amor llevó nuestros pecados y nos salvó de hundirnos bajo la carga llevándola sobre sí.
Comentarios de Matthew Henry, adaptado por el moderador del blog.
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