Pensamiento de la Semana

JESÚS dijo en una ocasión: “...Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10:10b). Cuando pienso en esto, no puedo sino llegar a la conclusión, de que el propósito de Dios para con el hombre va mas allá del hecho de proporcionarle existencia física (vida), va hasta el hecho de que Él desea que esta existencia física o vida sea abundante, es decir, que sea plena, rebosante, que posea más de lo necesario de aquellas cosas que realmente proporcionan bienestar a los hombres.

Cada Día Escojo...


Todo está en silencio. Es temprano. Mi café está caliente. El cielo aún está negro. El mundo aún duerme. El día se aproxima. En unos momentos llegará la estruendosamente salida del sol. La quietud del amanecer se tornará en el ruido del día. La calma de la soledad se reemplazará por el golpeteo rítmico de la raza humana. El refugio de la temprana mañana lo invadirán las decisiones que deban tomarse y las obligaciones que deban cumplirse.

Para las próximas doce horas estaré expuesto a las exigencias del día. Es ahora que debo decidir. Gracias al Calvario tengo libertad para escoger. Y por eso escojo:


Escojo el Amor…
Ninguna ocasión justifica el odio; ninguna injusticia justifica la amargura. Escojo el amor. Hoy amaré a Dios y todo lo que Dios ama.
Escojo el Gozo…
Invitaré a mi Dios a ser el Dios de la circunstancia. Rehusaré a la tentación de ser cínico… la herramienta del pensador holgazán. Rehusaré mirar a las personas como algo menos que seres humanos, creados por Dios, y rehusaré ver en los problemas algo menos que una oportunidad de ver a Dios.
Escojo la Paz…
Viviré perdonado. Perdonaré para poder vivir.
Escojo la Paciencia…
Pasaré por alto las inconveniencias del mundo. En vez de maldecir a quien toma mi lugar, lo invitaré a hacerlo. En lugar de quejarme porque la espera es demasiado larga, agradeceré a Dios por el tiempo para orar. En lugar de cerrar el puño ante nuevas responsabilidades, las encararé con gozo y valentía.
Escojo la Amabilidad…
Seré amable con los pobres, pues están solos. Amable con los ricos, pues tienen temor. Y amable con los malvados, pues así me ha tratado Dios.
Escojo la Bondad…
Prefiero andar sin un centavo antes que tomar uno de manera deshonesta. Pasaré desapercibido antes de ser jactancioso. Prefiero confesar antes que acusar. Escojo la bondad.
Escojo la Fidelidad…
Hoy cumpliré mis promesas. Mis acreedores no lamentarán su confianza. Mis asociados no cuestionarán mi palabra. Mi esposa no dudará de mi amor. Y mis hijos nunca temerán que su padre no regrese al hogar.
Escojo la Mansedumbre…
Nada se gana por la fuerza. Escojo ser manso. Si levanto la voz que sea solo en alabanza. Si cierro el puño, que sea solo en oración. Si hago exigencias, que sea solo a mí mismo.
Escojo el Dominio Propio…
Soy un ser espiritual… Después que este cuerpo haya muerto, mi espíritu remontará el vuelo. Rehúso dejar que lo que se corromperá, impere sobre lo eterno. Escojo el dominio propio. Me embriagaré solo de gozo. Solo me apasionará mi fe. Solo Dios ejercerá influencia sobre mí. Cristo será mi único maestro. Escojo el dominio propio.

Amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. A estas virtudes yo consagro mi día.
Si tengo éxito, daré gracias. Si fracaso buscaré la gracia de Dios.
Y luego, cuando el día haya acabado, pondré mi cabeza en la almohada y descansaré.

Max Lucado (Tomado del libro “Cuando Dios susurra tu nombre”)